lunes, 30 de julio de 2012





VENDIMIAS DEL DESIERTO, DE NANA RODRÍDUEZ ROMERO


Pedro Arturo Estrada


La colección Poesía de la Editorial Cuadernos Negros de Calarcá, Colombia, acaba de lanzar al público el volumen Vendimias del desierto, de Nana Rodríguez Romero, poeta y narradora colombiana cuya obra anterior en poesía y minificción suscita, desde hace años, gran interés por parte de críticos y lectores selectos. Ganadora del premio nacional Ciro Mendía en 2008 con su libro La piel de los teclados, ha publicado además, otros poemarios como Permanencias, Hojas en mutación, Lucha con el ángel, El bosque de los espejos El oro de Dionisios, aparte de los libros La casa ciega y otras ficciones, El sabor del tiempo, Efecto mariposa Elementos para una teoría del minicuento. Una escritora, por lo visto, consagrada a su oficio tanto como a la docencia en Tunja, ciudad donde reside.

Aunque el libro se subdivide en tres partes los poemas mantienen un mismo ritmo e intensidad expresivas donde se conjugan temas de índole existencial y metafísica, de intimidad y de extrañeza, de silencio, asombro, amor por la vida y erotismo con la naturalidad habitual en Nana Rodríguez, siempre fiel a una palabra dúctil, auténtica, esencial. Desde el comienzo ella va deshilando con indudable acierto el ovillo de su decir desde la hondura del silencio, la soledad y la profunda sensibilidad que la habitan. Quizá por ello Leidy Bibiana Bernal, en el prólogo, apunta que este libro es una “…cosecha del lenguaje donde se ha sembrado el silencio”…Un libro en el que además, “Más allá de la aridez existencial a través de un lenguaje decantado”…”se produce una alquimia de su mundo” y agregaríamos nosotros, un encuentro epifánico para el lector: “(…)Bendita la compañía sin palabras / libre de imposturas y prejuicios / llevo en los ríos secretos de la memoria / al ave que migra y permanece “ (Sedimentación – Pág. 9)

La limpieza de la estructura y el manejo preciso del lenguaje, la contención expresiva de su verbo y el lirismo vital que reflejan sus mejores poemas, también dejan entrever un fondo de incertidumbre e insatisfacción frente al mundo que la rodea y sobre el cual,  a la postre, sólo mediante la floración de una palabra lúcida puede triunfar. Sin condescendencias con la queja personal ni el intimismo vacuo, el lector se encuentra con algunos pasajes donde ese sentimiento se explicita sin ambages: “Me dieron a masticar la sustancia del desierto”… (Nutrientes-Pág. 14); “El desencanto, el fraude, la apariencia / la condición infame de la humanidad / que hace de la vida un infierno”… (Tautologías-Pág. 21); “Una daga invisible se encarna en el costado / el tinglado del mundo es un ajedrez de la falacia”…(Alfabetos invisibles-Pág. 24);  “Afuera los cuervos / alzan el cuello del camuflaje”…(Ojos de amaranto-Pág. 25)…Incluso se patentiza de manera casi radical: “…Los meridianos del ser han sido alterados / por las fieras y espinos del desierto (…) en un vórtice que succiona sin descanso / la sustancia amable de la vida // El corazón atribulado por las ofensas / hechas con astucia y disimulo / desfallece atado a molinos de viento / el santo y seña ya no es suficiente / en los campos de la devastación / y el miedo” (Vórtice-Pág. 26).  Porque la voz de esta poeta se mueve eficazmente entre la expresión lírica de sus emociones sin llegar a la exaltación gratuita y la sombría visión del ser prisionero de la temporalidad y la contingencia, la dureza y aridez del mundo que, no obstante, como lo señala Leidy Bibiana Bernal en su prólogo, desde su soledad, la poeta logra aunar en una sola mirada que liga en lo esencial, “milagro y sinsentido.”

El volumen recoge al final bajo la denominación de Cuerpos en fuga entre otros algunos bellos poemas eróticos donde, como si al cabo de un tránsito difícil por la geografía de la incertidumbre, el alma se entregara a una última y tal vez ilusoria contemplación o evocación, el amor y su efímera frescura, su éxtasis inasible que arde, chisporrotea todavía en la palabra: “Se me ha concedido el cielo / levito sobre una gasa sin tiempo / apenas la respiración, el silencio / tu espalda brillante por el sudor / el arco de mi pie descansa sobre tu muslo”…(Un solo reino-Pág. 34)

Como ha sucedido desde siempre, todas las contradicciones, las tensiones y los contrarios se concilian en la poesía. Este bello libro así lo prueba en manos de un lector que al final puede, según su ánimo, recoger el fruto dulce o ácido, de una fértil vendimia de palabras donde antes sólo parecía respirar el desierto.


SEDIMENTACIÓN


El paso de los años me ha dejado
la sedimentación de los amigos
la verdad de Diógenes y Schopenhauer 
la presencia inefable de los gatos
y la música

¿De qué madera estamos hechos?
De la madera de los sueños
dijo Shakespeare,
me pregunto entonces
qué metales corren por la sangre
para alterar las voces y los gestos
y mutar la vida en jaulas
en arenas  que se mueven

Bendita la compañía sin palabras
libre de imposturas y prejuicios
llevo en los ríos secretos de la memoria
al  ave que migra y permanece




NUTRIENTES


Hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
                                  Bukowsky


Me dieron a masticar la sustancia del desierto
en grageas con excipiente sin registro
mientras en mi cuerpo crecían raíces aéreas 
alfabetos de luciérnagas que iluminan la vigilia

Tengo el rostro del cincel, la risa que aparece
en las encrucijadas de la incertidumbre
cuando la presencia inerme de las sombras
que fueran mis testigos, apacentaban los corderos
al borde del abismo

No sé de profundas alegrías, de abrazos infinitos
en medio de la insaciable oquedad del mundo
mis actos de fe reposan en estanterías ocultas
donde duermen pájaros azules al acecho




 EL ALJIBE 


El que no sabe
lo que busca, nunca podrá
encontrarlo. El que sabe
lo que busca, encontrará
solo eso.
                 Gosta Agren


Cuando éramos niños mirábamos el aljibe de la casa
cubierto por una laja,  inquietos por su profundidad
uníamos nuestras pequeñas fuerzas para descubrirlo
y encendíamos hojas de papel que se consumían 
para dejarnos en la oscuridad y en la duda,
entonces lanzábamos piedras para calcular ansiosos
el tiempo de caída, con un vértigo en los ojos
y al final escuchar el impacto en el agua subterránea

Los años han pasado y el pozo sigue en mí, profundo
las piedras caen y caen, el fuego no devela sus secretos
la única certeza son estas palabras que también morirán
en  tierras de la nada, los niños se han marchado
En la cornisa del aljibe
mi corazón es un nido movido por el viento

Lectura del poema El aljibe

http://youtu.be/T5gs6IxBLDc