jueves, 8 de diciembre de 2011

El sonar de gotas sobre los cristales






El sonar de gotas sobre los cristales
es una caja de resonancia
que despierta las palabras,
como un imán se adhieren a la luz 
y giran como hélices del deseo
en tierras baldías por el amor.
El aguacero desgrana  su arsenal de sueños
un caudal de luna se desborda sobre el cobertizo
mientras mis manos parpadean ante las páginas
en búsqueda de músicas y sustancias intangibles.
No basta  el canto de las sirenas
para que la nave ancle en aguas profundas
mi devoción está más allá
de los signos y las voces
los instantes se encadenan sin dilación
alrededor de la poesía.
Afuera llueve.


Del libro, La piel de los teclados, 2009. Premio Nacional de poesía Ciro Mendía


jueves, 3 de noviembre de 2011

lunes, 31 de octubre de 2011

La casa amarilla



Completamente poseído

Yo también me he engañado en el pasado,
cambié la luz por las tinieblas,
me hice hombre o me deshice en pequeños sentimientos
espejismos que luego la vida cobró con intereses.
Te comprendo, las cosas hablan por sí mismas,
a un golpe otro golpe, una resaca sobre el corazón
que nunca aprende.
Pero ya ves, mi vida simple, de comerciante de cosas
bellas,
no tiene los altibajos de los genios,
va y viene en este pequeño país de turba,
sin otro atributo que resolver las cosas cotidianas.
Tu en cambio me dices que ahora, tras la crisis,
te encuentras totalmente poseído, avizoras algo mejor,
y tu pintura - única fe y pasión de tu destino - se hace
muy fácil,
fluye como el canto de la cigarra entre la sombra.
Sigue poseído, hermano, que tu fuego
es una fiesta de luz en estas tierras

Del libro, La casa Amarilla, 2011

jueves, 11 de agosto de 2011

Planos alternos

 


Planos alternos

Mientras en alguna parte del universo, tras una pataleta, el niño rompe un libro justo en la página donde se encuentra el dibujo de un átomo, en otro distante lugar, las sombras de las víctimas quedan estampadas  en los muros, después de la explosión nuclear.


Del libro Efecto mariposa, 2004

jueves, 23 de junio de 2011

Chema Madoz


domingo, 24 de abril de 2011

Blanco sobre blanco




Haiku

¡Qué vértigo
si observo un punto
o miro el universo!

*

Atardeció. Tantos
hombres y no lograron
ensuciar el dia.

*

En el estambre
del anturio, la mosca
plancha sus alas.

*

Ventarrón repentino
arrancándole mariposas
al jardín.

*

Saliendo de la nube
se introduce sin ruido
la luna en el charco.

*

Sobre la cuerda
recupera su humildad
la ropa.

*

¿Resucité?
De nuevo vi
la pequeña flor.

*

Rostros crueles,
Si cierro los ojos
no veré las florecillas.

Del libro Blanco sobre blanco, de Umberto Senegal. Colección Cuadernos Negros de poesía. Calarcá 2008

jueves, 21 de abril de 2011

Piedra a piedra, poemas de Hernán Vargascarreño



Trenes nacionales

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Se sabe también de los trenes que regresan entre neblinas, en religioso mutismo, antes de amanecer. Leves invaden con su larga sombra la estación, y allí se instalan en absoluto silencio, como respirando alivio a su memoria de tantas rutas ya vejadas. Apenas clareando, huyen con su esperpento sin rumbo conocido, pero antes borran su jornada de toda memoria humana para no atreverse siquiera a humillar la vida.

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Algunos se atreven a hablar de un tren que nadie ha visto, de un tren que solo es rumor de irrealidad con su visaje de lunas sonrosadas que apenas se transparentan en el azul. Describen su paso hacia el medio día, mudo e invisible, pero latente en su irrealidad. Y aseguran que solo lo delata su deseo de ser, la terquedad de su memoria de la dicha. Cuando pasa, deja al dia bellamente herido y un color indefinido ondea temblando en el tiempo.

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Y gracias a los buenos dioses también suele pasar el tren de la dicha, el más deseado por sus sombras iluminadas. Cuando llega, se instala en los sueños de los más ancianos y los rapta a la patria de su niñez. Justo antes del alba los regresa con su carga de aventuras e ilusiones, y cuando despiertan, ni quieren morir ni le temen a la muerte.


Poemas del libro Piedra a piedra, Premio Nacional de Poesía José Manuel Arango (2010)


sábado, 26 de marzo de 2011

miércoles, 9 de marzo de 2011

Ilustración de El libro de los abrazos de Eduardo Galeano

jueves, 3 de marzo de 2011

La trenza





Al perder el honor, le cortaron el cabello. Recluida en el último torreón de la casona, lejos de las lenguas de las familias honorables y repudiada por su familia, sólo le quedaba el recuerdo de amable y ese retazo de horizonte que enmarcaba la pequeña ventana.

Al pasar los días, notaron cómo su cabellera crecía asombrosamente. Tanto, que le arrastraba por el piso. Como la reclusión era por tiempo largo, decidieron que cada mañana cortarían el cabello a ras, pero sin explicación, en la noche crecía de nuevo.

Cansados con la rutina del corte diario y el continuo afilar de las cuchillas, abandonaron a la muchacha. Los cabellos salieron de la habitación y recorrieron las caballerizas, el prado, los lagos, daban la vuelta a las colinas, servían de techo para las chozas humildes de los campesinos, los mendigos se abrigaban en las noches heladas, los pájaros hacían allí sus nidos y los amantes retozaban sobre ese lecho de pelo mullido. Sólo sus familiares levantaron grandes murallas para aislar la gran casa, pero ese cabello crecía como los bejucos de las selvas tropicales.

La mujer, al sentirse tan desgraciada, llamó a la vieja niñera y le pidió tejiera una enorme trenza con sus cabellos para formar un puente que la uniera con las miradas, las voces, las manos y las historias que en sus largas ensoñaciones presentía.

Efectivamente, trenzado el puente, empezó a llegar una romería de personas para maravillarse ante tal fenómeno. Como a una virgen le llevaban flores, veladoras, las mejores cosechas y hasta hubo varios hombres que se enamoraban de aquella cabellera tan voluptuosa; otros decían que era obra del demonio y para acercarse a ella, llevaban un crucifijo y un collar de ajos colgado al cuello.

Así transcurrió la vida de esta mujer, hasta que una noche la sorprendió la muerte y con ella el final de la cabellera oscura. El cuerpo fue embalsamado y asegurado a un roble para que la trenza continuara de puente colgante.

Desde ese entonces, se le conoce como el puente del honor perdido.

Nana Rodríguez Romero


Del libro La casa ciega y otras ficciones. Editorial Magisterio, 2000

jueves, 10 de febrero de 2011

EL BESO DE LA NOCHE


En los cuentos de El beso de la noche de Pablo Montoya, el lector se encontrará con una voz poética inquietante y muy difícil de olvidar. Con las cualidades indiscutibles de una verdadera literatura de autor, los presentes relatos nos llevan, de la mano de una retórica impecable, no sólo a los límites de la realidad cotidiana sino también a los de una fantasía con personajes que estremecen la imaginación de cualquiera.
Julio Paredes

viernes, 4 de febrero de 2011

BORGES Y LOS GATOS



Borges y los gatos

Jorge Luis Borges amaba a los tigres y sentenció que Dios creó al gato para que el hombre pudiera acariciar al tigre. Es así que bajo la caricia de la lengua áspera de los pequeños felinos, conoció la secreta escritura, el enigma que guardan en el fondo de sus ojos, la adoración que provocaron entre los faraones del antiguo Egipto.

Mi gato sube cadencioso las escaleras del altillo, se acerca, lame las manos del retrato de Borges, me mira, se acuesta a sus pies, y para mi asombro, forma un círculo frente al sendero de miradas que se bifurcan.

NAna Rodríguez. Del libro, Efecto mariposa

miércoles, 5 de enero de 2011

Concepto de identidad e infinito


Concepto de identidad e infinito

A Manuel Suárez

Al filo de la madrugada, rodeado de tratados de astronomía, física cuántica y topología, con las manos sobre la frente, asombrado ante la curvatura e infinitud del espacio, de los millones de soles y de galaxias que pueblan el universo; los agujeros negros, la antimateria, el tiempo, levantó los brazos aterrorizado y gritó a su compañera:
_ ¡Eloísa, Eloísa, no somos nada!¡No somos nada! Ella, entre dormida y despierta le contestó:
_ ¡Claro, si usted siempre me ha negado! Y volteó la espalda para continuar durmiendo.


Minificción del libro La casa ciega y otras ficciones. Magisterio 2000

sábado, 1 de enero de 2011

Palabras migratorias


El viejo embolador
Este rostro, esta nariz, esta boca siniestra
están en otra parte, en un cuadro de Brugel,
pero ahora son de aquí, de esta esquina del mundo,
a donde llega el político obeso
con sus grandes zapatos de payaso
y su pipa que exhala un vapor tercermundista

Los emboladores están en fila, cabizbajos
como lo dicta la tradición de su oficio:
tantos años de inclinación han formado su ángulo,
tienen frente a sus manos de betún a un hombre con patillas,
a una mujer con grandes botas que se siente la reina del cuero
en medio de la plaza,
todos tienen un cliente, menos el viejo embolador,
cada vez más doblado sobre su caja de alpiste, sin canarios

Para que su jornada no se vaya en blanco,
me siento frente a su caja de betunes,
ahora sí, queda completa la pintura de Brugel


Rinoceronte

Me llaman el fósil cuaternario
tanque de guerra
bestia gris de las praderas
el ciego arrecho que persigue a la hembra
el sordo que no escucha los obuses
y solitario cuida su cuerno
de furtivos cazadores

Si supieran los mitómanos
que apenas soy un ángel acorazado y sediento
recién salido del pantano

El poeta Ordóñez, si bien no llega a ser expresionista, posee una carga de nostalgia que va más allá del expresionismo en sus poemas. Su escritura es pausada, tranquila, reposada, sabia y diciente. El lector camina por el escenario de una película italiana: uno podría tropezarse con Sofía Loren o con un ladrón de bicicletas en cualquier momento, lo curioso sería que la banda sonora, casi obligatoriamente, tendría que pertenecer al trópico latinoamericano: el bolero, Matamoros, La sonora Matancera...

Miyer Fernando Pineda